Así como lo lees, cuando una persona se enfoca en algo, ya sea una situación que tiene que resolver, el objetivo que esté persiguiendo o un producto que le interesó, esto lleva al observador a sobrevalorar su importancia.
En las películas es suuuuuuper común que lo único importante de la película es el deporte, baile o música en que los protagonistas están interesados. Sea la banda de la escuela, el baloncesto, futbol o la competencia de baile, todo el mundo (de los personajes) gira alrededor de ello y es lo más importante de sus vidas.
Bueno, pues así pasa también en la vida, ya sea que es algo que tú decides atender o producto del mundo que te rodea, seguro que has visto miles de historias en la televisión que cobran una importancia hasta internacional, solo para desaparecer en las próximas semanas, tanto de los medios como de tu mente.
Entonces, primero lo primero: es perfectamente normal. Por cierto, recuerdo una vez que estaba en un jardín a obscuras y pisé una manguera que movió un arbusto, inmediatamente enfoqué el 100% de mi atención en el arbusto y tuvieron que pasar algunos segundos para “poder” ver la manguera e incluso sentirla bajo mi pie… obviamente esperé a que alguien más se acercara al arbusto para volver a pisarla jajajaja, pero bueno, regresando al punto: es perfectamente racional dedicar toda tu atención a los factores más significativos de cada momento, ya sea un sonido en la obscuridad, el olor de algo quemándose en la cocina o el director de la empresa dando un discurso.
El problema viene cuando caemos en esta ilusión de enfoque, haciendo que gastemos tiempo y recursos en cosas que parecieran importantes, pero que en realidad no lo son. Nos dejamos llevar por lo que otras personas creen que es importante, por las circunstancias o los medios y dejamos de lado las cosas que podrían ser más relevantes para nosotros.
Por eso hoy te invito a pensar por un momento en qué te estás enfocando, qué temas, historias o situaciones consumen tu atención, y qué otras cosas están pasando en tu vida y trabajo que podrían tener igual o mayor relevancia, de forma que puedas escapar de la ilusión de la importancia, y establecer objetivos y acciones concretas de acuerdo a las prioridades reales de tu día, la junta, el festejo, el mes… tu vida.
Por cierto, el título es una frase de Daniel Kahneman, un psicólogo muy reconocido y galardonado por sus trabajos sobre cómo funciona el juicio, la toma de decisiones y economía conductual (por el que ganó el premio Nobel en 2002). Por supuesto, cuando Kahneman habla, el público escucha 😉 .