¿Eres resiliente?

Si cuando leíste la pregunta, lo primero que te vino a la mente fue “tú primero” o “salud”, tienes que leer este post; si no, como quiera léelo, te va a gustar ;).

La capacidad de sobreponerse a la adversidad es conocida en psicología como resiliencia. Aunque es un término conocido como una propiedad de los materiales, es relativamente nuevo en el comportamiento humano, y básicamente se refiere a qué tanto tiempo te tardas en regresar a un balance emocional.

Seguramente habrás notado que algunas personas “superan” situaciones difíciles antes y otros después. Sin embargo, la resiliencia se puede utilizar en todo tipo de circunstancias cotidianas. Por ejemplo, un vendedor que lleva diez rechazos seguidos puede entrar en un periodo de negatividad o leve desesperanza; mucha gente no lo reconoce, pero en mi experiencia como consultor he visto vendedores que si no concretan algo entre lunes o martes, no lo hacen en toda la semana. De acuerdo a su jefe: “se vienen abajo”.

Otros ejemplos de la vida diaria podrían ser una discusión con algún amigo, familiar, compañero de trabajo o incluso un completo desconocido, de esas que te dejan de malas todo el día; una mala calificación en la escuela, una caída, chocar el coche o simplemente un “no” cuando esperabas un “sí”. Dependiendo de tu nivel de resiliencia, recuperarte de alguno de estos eventos podría tomarte unos minutos o muchos días.

Y luego resulta que las “situaciones difíciles” no necesariamente tienen que ocurrir, porque muchas veces nos preocupamos o nos estresamos por cosas que podrían pasar: “y es que si esto”, “pero… y si pasa lo otro”, “seguro que llegan tarde y luego qué le voy a decir al jefe…”

Hace unos meses tuve la oportunidad de ver un experimento en vivo, donde una persona tiene conectados sensores y ves el monitoreo en tiempo real; durante un minuto le van dando instrucciones para que recuerde alguna situación estresante de su pasado y vas viendo cómo cambia su ritmo cardiaco, galvanización de la piel y otras mediciones. Terminado el minuto, se le pide que se relaje y piense en algo agradable, su sistema tarda varios minutos en regresar a su estado normal.

Por eso te quiero compartir este ejercicio que te ayudará a ser resiliente al estrés cuando algo no está saliendo como tú querías. Toma una hoja o abre un archivo en tu compu y sigue estos pasos:

Piensa en algún momento cuando un amigo cercano se sentía mal sobre sí mismo o por algo. ¿Cómo respondes a tu amigo en esta situación (tú estando bien)? Escribe lo que normalmente haces y dices, toma en cuenta el tono de voz que usarías con tu amigo.

Ahora piensa cuando te sientes mal contigo mismo o estas batallando. ¿Cómo te hablas? Escribe lo que típicamente haces y dices, toma en cuenta el tono en que te hablas.

¿Notaste alguna diferencia? Si es así, pregúntate por qué. ¿Qué factores o temores entran en juego y hacen que te trates diferente de cómo tratas a tus amigos?

Escribe cómo crees que cambiarían las cosas si te respondieras del mismo modo que normalmente respondes a un amigo cercano.

La próxima vez que batalles con algo, intenta tratarte a ti mismo como a tu mejor amigo y ve qué pasa.

Deja un comentario