La realidad sí existe, pero nunca la vemos

Hola, te invito a hacer un ejercicio muy sencillo. Quiero que por favor veas muy bien la siguiente imagen y pienses en lo que te dice…

Toma tu tiempo…

No sigas hasta que tengas una idea clara de lo que estás viendo…

¿Listo?

.

Ahora, por favor quiero que vuelvas a ver la misma imagen con una sencilla modificación:

¿Puedes ver las diferencias? ¿Notas cómo la imagen en su conjunto, o por lo menos la expresión de nuestro participativo amiguito se modifica un poco dependiendo de lo que, se supone, está pensando?

Te juro que no hay truco, el amiguillo no cambia, y aunque le pedí que se estuviera quieto para la foto, me aseguré utilizando la misma foto en las dos ocasiones 😛 . Y sin embargo, una y otra vez, las personas que ven estas fotos se sorprenden de la diferencia, sobre todo de la expresión facial, aunque para algunos el paisaje entero se “reconfigura”.

Esto es porque la realidad no existe, o sea, sí existe… pero nunca la experimentas; lo que tú experimentas es una percepción de lo que ves, sientes y oyes. Una percepción que está influenciada por tus aprendizajes, recuerdos y valores, por el estado de ánimo en que te encuentras y el estado de ánimo que “asignas a los demás” de acuerdo a lo que tú crees que la otra persona está pensando o los motivos que tuvo para hacer y decir.

Y así sucede todo el tiempo, en todo momento interpretamos las situaciones, las caras, los colores, posturas, símbolos, rituales, tonos, movimientos, etc., etc., etc. Por eso aquello de “nada es verdad ni mentira, todo según el cristal con que se mira” o “la belleza está en los ojos del observador”, y muchos otros refranes populares.

Y bueno, claro que la sociedad te va condicionando porque son aceptadas algunas cosas y otras no, pero te aseguro que no todas las personas que leen el blog pensaron lo mismo sobre la primera foto… y ni siquiera sobre la segunda, que ya sugiere un sentimiento.

Hoy te invito a reflexionar si existe alguna situación en la que podrías tratar de adoptar diferentes perspectivas; qué es lo que la otra persona está realmente viendo que es tan diferente a lo que tú percibes (presumiblemente, porque pues qué necio de no hacerte caso jaja). Entender su perspectiva o ser capaz de ver la misma situación desde diferentes perspectivas te dará un entendimiento sobre las cosas que te ayuda a accionar más positivamente, pues cuentas con mayor información al respecto. Recuerda, tu punto de vista es solo eso: la vista desde un punto.

¡Ah! Y por lo que más quieras: no “interpretes” lo que el otro está viviendo, a menos que seas vidente, por favor ¡pregúntale!

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