Ayer me comí media pizza

Hola, hoy te comparto que el día de ayer me comí media pizza, y claro que si has leído mi blog anteriormente, de entrada ya sabes que eso es lo menos importante.

Lo importante es todo lo que se te vino a la mente cuando leíste el título, ¿qué fue lo primero que pensaste? A algunos se les pudo haber antojado la pizza o no darle ninguna importancia, pero muchos otros inmediatamente interrumpieron lo que estaban pensando, cambiaron su expresión facial por una de indignación, enojo o asco, pasaron por un sinfín de opciones sobre comentarios ad hoc al veredicto final del juicio que ya habían emitido para después exclamar (en voz alta o para sus adentros) “qué tragón”… o algo por el estilo.

Ahora yo te pregunto, ¿sabes a qué hora me la comí, qué tipo de masa, los ingredientes o cuánto tiempo llevaba sin comer? y ya sé que algunos seguirán pensando: “independientemente de las respuestas a todas esas preguntas, es demasiado”, y no era por darte cuerda, sino para que identificaras tus pensamientos, que dejé esta pregunta al final ¿sabes de qué tamaño era?

No, no sabes, ni sabes si era libre de gluten, orgánica, vegana u otro, y muchos tampoco conocen mi estatura, complexión, la cantidad de ejercicio que hago ni otras mil cosas que podrían influir en tu veredicto. Y sin embargo, en segundos, o más bien en fracciones de segundo, sin información alguna más que la que tu mente fabricó, juzgaste y condenaste una acción de la que NO sabes nada.

Y esto pasa todo el tiempo, en el trabajo, con tu familia, amigos, con lo que vemos en redes sociales o en la televisión, tomamos una acción o comentario y en automático (o sea sin darnos cuenta) nos enojamos, indignamos, sentimos repulsión, catalogamos a la persona, nos burlamos, condenamos, menospreciamos, alejamos, gritamos, herimos, insultamos… etc., etc., etc.; dañando a la otra persona, la relación (y otras, con las que discutimos que tenemos la razón) y a nosotros mismos.

Nos desgastamos sin sentido por inferir el por qué, por no entender que todos somos seres humanos, que una equivocación la comete cualquiera y que cada quien tiene sus propias razones, por creer que todos deberían comportarse de acuerdo a lo que yo pienso (aunque a veces ni yo lo haga) y sentirnos dueños de la verdad.

Hoy te invito a identificar esos juicios y condenas que emites a diestra y siniestra, pregúntate si sabes lo que realmente está pasando o solo crees que lo sabes, y conceder el beneficio de la duda.

 

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