¿Felicidad permanente o pasajera?

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Cuando hablo de felicidad, ya sea en una conferencia, entrevista o charla casual, hay una pregunta que constantemente se repite: ¿podemos ser felices todo el tiempo?, o ¿se puede ser feliz permanentemente?

En lo personal, creo que para responder a esta pregunta debemos estar conscientes de dos cosas:

  1. Nadie está alegre todo el tiempo. Cuando me hacen la pregunta si podemos ser felices todo el tiempo, la gente tiende a tener en mente alegría y no felicidad. Convirtiendo la pregunta en ¿se puede estar alegre todo el tiempo?, la respuesta es NO. ¿Por qué? Porque la vida simplemente es, tiene cosas buenas y malas, es un mix de emociones, eventos y circunstancias. Y debemos aprender a vivirlas en su conjunto. Darnos permiso de ser humanos y sentir el amplio rango de emociones que tenemos, sin juzgarnos ni azotarnos por ello. Eso sí, cuidando que la tristeza no se convierta en depresión, que el enojo no desemboque en ira y que el hecho de estar enamorado no nos haga cruzar la calle sin fijarnos.
  2. La felicidad no se busca, se vive. Muy a menudo nos encontramos en búsqueda de la felicidad; esto puede llegar a generar ansiedad y estrés, alejándonos del objetivo. Porque olvidamos que la felicidad no se encuentra en el exterior, sino que se construye en nuestro interior, que siempre contamos con la habilidad de detenernos un instante y darnos cuenta de las cosas buenas que tenemos en nuestra vida. Valorar no solo los grandes acontecimientos, sino también ese breve encuentro con un amigo que tenías tiempo sin ver, el día que no hubo tráfico, la venta que cerraste, las personas que conociste, el olor del café por la mañana, el libro que estás leyendo o el exquisito sabor de una manzana en su punto.

Teniendo esto en mente, y poniendo una escala de felicidad del 0 al 10, podríamos hacer una evaluación de todos los aspectos de nuestra vida. Si encontramos que el resultado es un 7 u 8, esto es un nivel “normal” de felicidad. Tendremos eventos extraordinarios como una boda, un ascenso en el trabajo, el nacimiento de un hijo que nos llevarán al 10 y eventos negativos que nos harán descender en la escala, pero después de algún tiempo nos adaptaremos a las nuevas circunstancias y regresaremos al nivel anterior de felicidad que teníamos.

Entonces, la felicidad permanente existe. Pero no como una euforia de alegría en la que constantemente estamos brincando y sonriendo, sino como una forma de ver la vida, una actitud ante la misma, como un continuo que se desarrolla a lo largo de nuestra existencia.

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