Feliz Año Nuevo

¿Sabías que la celebración del Año Nuevo tiene como 4000 años? Según los historiadores comenzó en Babilonia (hoy Irak) pero no era en diciembre, era por ahí de marzo porque terminaba el invierno y empezaba la primavera, que era como iniciar la nueva época de cultivos.

Y bueno, luego se movió al primero de enero por alguna “buena” razón; parece que para hacerlo coincidir con el cambio del senado en Roma y que luego la iglesia aceptaría la fiesta, que era pagana, para convertir más fácilmente a la gente.

La cosa es que mientras algunos comen uvas y otros tienen que limpiar a sus caballos, la parte del mundo que celebra el año nuevo el primero de enero lo hace más o menos igual, y al parecer lo de los propósitos es tan antiguo como la celebración misma. Quién sabe si el no cumplirlos también es parte de… jajaja

Pero ¿alguna vez te habías preguntado de dónde vienen esta y otras tradiciones? Seguramente mientras crecías fuiste adoptando las tradiciones propias de tu cultura, y está padre. Sin embargo, también a veces aceptamos muchas otras cosas que debemos hacer porque “así se hacen las cosas”. Puede que sea algo familiar, por ejemplo que la bisabuela partía el pavo a la mitad porque no cabía en su horno y se quedó como parte de la receta; hoy, varios años después, nadie sabe la razón exacta pero siempre se corta a la mitad, porque “así es la receta”, pero también puede ser lo que se espera de ti en tu sociedad o lo que aprendiste que podías y no podías hacer.

Y sucede también en las empresas, en muchas ocasiones hay cosas que se hacen siempre igual pero nadie sabe bien por qué el proceso es como es, y no solemos cuestionarnos si lo que se está haciendo se puede hacer de forma más eficiente, más fácil o incluso si se requiere o no.

Hoy te invito a tomar nota de las cosas que haces sin pensar porque “así son” y les des una revisada. Ojo, no estoy diciendo que lo que hagas esté mal, ni mucho menos… pero no está demás darle a una revisada a la vieja caja de “reglas” que traemos cada uno de nosotros en la cabeza. Y ver si hay alguna forma mejor de hacerlas.

Tal vez no sería prudente tratar de cambiar las tradiciones de tu familia jajaja, pero sí puedes empezar a notar patrones de conducta (tuyos por favor, no le vayas a estar diciendo a todo mundo lo que tiene que hacer o cómo hacerlo porque eso sí que es una gran molestia… acuérdate que se trabaja en uno mismo, no en cambiar a los demás), o cosas que haces sin pensar y preguntarte si hay una buena razón para hacerlo o si se puede hacer mejor. Toma nota para que puedas, si decides cambiar, elegir hacia qué quieres cambiar y por qué, quién sabe, igual te salen tus doce propósitos 😉 .

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