Algunos pesimistas son incapaces de ver y disfrutar absolutamente nada, algunas personas muestran un optimismo desmedido en situaciones que no tienen nada de bueno. Pero para nosotros los mortales, que no nos encontramos ni en un extremo ni en el otro, ¿qué nos dice la ciencia? ¿Es mejor ser optimista o pesimista? ¿Siempre es mejor ser uno que el otro?
De acuerdo a numerosas investigaciones científicas, es cierto que las personas pesimistas son un poco más realistas, prevén cosas que pueden salir mal y están pendientes de posibles riesgos que los optimistas no. Sin embargo, esto viene a un alto costo ya que, por ejemplo, cuando se estudió el impacto de dar información de salud preventiva sobre tomar excesivamente el sol, resultó que los optimistas son los que modifican su comportamiento y mejoran su salud, debido al hecho de que creen que su comportamiento importa y que pueden mejorar.
El pesimista pasa por alto estas advertencias, ya que para él todo está fuera de su control y tiende a interpretar los sucesos negativos como universales, permanentes e incontrolables, mientras que los optimistas los consideran locales, transitorios y cambiantes. Siendo lo contrario para los eventos positivos, que los optimistas explican como hechos que se extenderán a todas las áreas de su vida, mejorándola y los pesimistas, como un golpe de suerte que puede no repetirse.
Es decir, cuando te caes piensas: “soy torpe, siempre me caigo” (universal y permanente) o “me distraje y tropecé” (transitorio y local); si te encuentras un billete tirado piensas: “hoy es mi día de suerte” (local) o “soy suertudo” (universal).
Numerosos estudios han encontrado que el optimismo reduce la depresión, mejora la salud física y propicia los logros. A cambio, quizá, de un menor realismo, los universitarios optimistas sacan mejores calificaciones, los nadadores optimistas tienen mejores tiempos y se recuperan anímicamente más rápido que los pesimistas cuando les va mal en alguna competencia, los agentes de seguros optimistas venden más que sus contrapartes y los jugadores de béisbol optimistas rinden más que sus compañeros pesimistas.
Por otro lado, los pesimistas tienen las de ganar en aquellas situaciones en que necesitas ser capaz de ver absolutamente todo lo malo, por improbable que parezca. De hecho, en un estudio en la Universidad de Virginia, en 1990, se encontró que los alumnos de derecho más pesimistas son también a los que mejor les va en la carrera, porque las estrategias legales exigen vislumbrar y prevenir cualquier posible movimiento del contrincante. Si eres abogado o tienes alguna profesión similar, te recomiendo desarrollar un optimismo flexible, para evitar que la visión pesimista que te hace bueno en tu trabajo, se convierta en la infelicidad de tu vida personal.
Te invito a poner atención a tu diálogo interno, identifica qué te dices a ti mismo sobre los eventos positivos y negativos en tu vida y, si no te gusta lo que oyes, cámbialo. Tal vez necesites hacer memoria, discutir contigo mismo o buscar evidencias que refuten pensamientos negativos automáticos; con el tiempo desarrollarás tu optimismo y esperanza, incrementado también tu nivel de felicidad.